Así se pasó una semana en la cual Alejandro seguía actuando de la misma manera tan pedante hacia la chica. Ella se las ha ingeniado para entrar a la oficina del hombre cuando sabe que él está en una llamada telefónica. Esa es la única manera en la que se pueden ver sin discutir u ofenderse.
—Espera—. Pidió en cierta ocasión mientras se despedía de la persona al otro lado de la línea.
—Dígame, jefe.
—La empresa ha sido invitada a participar en un evento muy importante este sábado. ¿Cómo es que yo no estaba enterado de eso hasta ahora?— reclamó.
—No lo sé. A mis manos no ha llegado dicha invitación.
—Abril. El hecho de que estés enojada conmigo no significa que tienes el derecho para echar a perder los negocios de la empresa. Eso sí que no te lo voy a permitir, puedo enviarte a la cárcel si algo como eso vuelve a suceder, no toleraré faltas que involucren la estabilidad de los negocios.
—Alejandro…
—Jefe— le interrumpió —Soy tu jefe y te exijo que te dirijas a mí como lo hace el resto d