La oficina del oficial Fernández había recibido la llamada siete días atrás, un caso que inicialmente parecía ser solo otro accidente de tránsito en la ciudad. Sin embargo, al llegar al lugar de los hechos, la escena reveló detalles que hacían dudar de la simplicidad del incidente. Un anciano, cuyo rostro reflejaba una vida llena de experiencia y sabiduría, había perdido el control de su vehículo y se había estrellado contra la fachada de un café, dejando un rastro de destrucción y confusión.
La investigación preliminar sugería que el anciano había confundido el freno con el acelerador, un error común en personas de su edad. Pero había algo en la escena que no encajaba, algo que hizo que el oficial Fernández se preguntara si había más detrás de lo que parecía ser un simple accidente. La posición del vehículo, el daño en la estructura del café, todo parecía indicar que algo no estaba del todo claro.
Al principio, pensó que la suerte había jugado a favor de que el café hubiera estado va