Era tarde para ser un día laboral y seguir en la calle, Alfonso debía estar dormido hacía mucho, pero le había parecido que sería buena idea hacerle una visita nocturna a su novia.
En realidad no lo había pensado lo suficiente.
No lo había pensado nada.
Y en vez de verla a ella, el objeto de su deseo, la razón de su locura, se encontraba con Mad, el ex de mirada severa y tatuajes de maleante, con esa belleza ruda, viril y masculina capaz de alborotarle las hormonas a la mujer más sensata.
Cerró los ojos, esperando que desapareciera para no tener que molerlo a golpes.
Pero Mad siguió allí.
—¿Qué estás haciendo aquí?
El aroma a alcohol de su aliento le hizo a Mad cosquillear la nariz. Era whisky... bourbon, y debía haberse tomado una botella entera.
Se volvió a ver a Úrsula, que se limpiaba las lágrimas a la velocidad de la luz.
—¿Lo estabas esperando, cariño? —recalcó la palabra cariño. La pronunció lentamente, acariciándola con su lengua.
Fue la chispa necesaria para encender la hogu