Unavi se puso unos lindos pendientes que le había regalado Alfonso y estuvo lista. Se veía tan deslumbrante como una actriz de cine en una alfombra roja. La idea le hizo gracia. Le esperaban muchas alfombras rojas, pero ahora sería el turno de lucirse en el evento de celebración por la adquisición de Xiamsung, que ya era parte del patrimonio de Alfonso.
El sonido del timbre le avisó de la llegada de alguien.
—Yo iré, amor —dijo ella.
Alfonso terminó de vestirse y fue a la sala. Unavi tenía en sus manos una caja blanca con una cinta roja.
—¿Vino Mad? ¿Por qué no se quedó a saludar?
—Tenía prisa, mañana se irá de viaje con Anahí.
—¿Y qué te trajo?
Unavi ya lo sospechaba, él había dicho que era el último regalo. Con solemnidad abrió la caja y sacó el ánfora con las cenizas de la abuela. También estaban sus braguitas vilmente robadas. Las escondió sin que Alfonso lo notara.
—¿Dejarás eso aquí?
—Es mi abuela, Al. Y dijiste que esta es mi casa también.
—Sí, pero...
—Es una santa y muy milag