Nikky Moskav
Me dejo llevar porque a él no puedo negarle mi deseo ni mi placer. Me muero por entregárselo todo y siempre soy presa de un éxtasis infinito entre sus manos y en este caso su boca.
Separa con dos dedos de su mano los labios de mi sexo y pasa la lengua de arriba abajo muy lentamente haciéndome gritar su nombre. Le tomo del pelo pegándome a su boca y me devora con un hambre inacabable.
—Dime que eres mía —mete y saca sus dedos de mi interior y me aferro a las sábanas con puños cerrados —. Reconoce que no hay nadie más. Solo yo y tú solo mía. Que siempre será así, pase lo que pase.
¿Qué podría pasar?
No le respondo. No puedo hablar y empiezo a sentir como me rompo en mil pedazos abierta ante su rostro duro y sensual. Me muevo buscando más fricción más velocidad y placer y acabo por apretarme los pechos gritando mi liberación.
—Soy toda tuya, maldito seas ruso del demonio.
—Y siempre lo serás.
Su declaración es acompañada de una certera estocada. Honda, profunda y llena d