Capítulo 22 — Las casamenteras
La noticia de la presencia del marqués, futuro duque de Ashbourne, en la propiedad del conde se propagó con una rapidez sorprendente, como si las corrientes de aire la hubieran esparcido por todo el condado en cuestión de horas. Al amanecer, antes incluso de que los criados hubieran terminado de disponer el desayuno en la mesa, el carruaje de las Peyton se detuvo frente a la gran casa. Las dos hermanas bajaron acompañadas por su madre, todas perfectamente arregladas como si asistieran a un compromiso formal, aunque apenas era temprano en la mañana.
Fueron recibidas en el salón principal, donde ya se encontraba el conde leyendo el periódico del día, acompañado por Virginia, que se había sentado junto a la ventana a disfrutar de la primera luz. La señora Peyton, con la determinación de quien no pierde tiempo, saludó al conde con reverencia y comentó en voz alta que sus hijas habían acordado con Virginia practicar juntas en el pianoforte.
Virginia se sorpre