**Capítulo 145** Un castigo peor que la muerte.
Cloe, mientras tanto, se percató de que las criaturas grotescas eran un peligro que ni siquiera los hechiceros lograban contener.
Su expresión se endureció, y el aire a su alrededor comenzó a cambiar. Extendiendo los brazos hacia el cielo, absorbió poder de todos los elementos: el aire, los árboles, la tierra, el cielo, que ahora se oscurecía como presagio de una tormenta divina.
Los truenos rugieron y los rayos iluminaron el campo de batalla. Su cuerpo levitó con una majestad imponente, y de sus manos brotó un poder luminoso, aterrador en su intensidad. Era un poder divino, capaz de aplastar a las criaturas abominables como si fueran simples insectos.
El espectáculo dejó boquiabiertas a Morgana e Isabella, quienes, por un momento, olvidaron el fragor de la batalla.
Isabella, enfrentándose a Kael, se distrajo al ver la destrucción que Cloe desataba. Kael aprovechó el momento, hundiendo sus garras en su costado.
Gritando de dolor, Isabella utilizó su velocidad vampírica para huir,