La paranoia no me deja dormir.
Desconozco qué hora pueda ser, solo estoy tirada en mi cama tratando de dormir, descansar mis ojos después de tenerlos casi todo un día bajo el agua con cloro.
Aún así, no puedo.
Tengo esa pequeña sensación de que algo malo va a pasar, o al menos solo es el miedo de que Dylan pueda rastrearme y sea tan loco como para venir a este lugar a buscarme.
¿La puerta? La tengo trancada con un sillón, hasta ese punto llegó mi paranoia.
—Me rindo.
Busque el control del televisor con mis manos, encendiendo este mismo.
Muy tarde me di cuenta de que el televisor dice la hora, vaya estúpida que soy.
Cuatro de la mañana, nunca fui tan madrugadora.
Al menos no hasta hoy.
Deben faltar al menos dos horas para que abra el buffet, otra desgracia más agregada a la lista, ya que tengo un hambre capaz de comerme hasta un camión si así lo quisiera.
¿Pedir algo en línea?
No es una posibilidad, existen las tiendas abiertas 24 horas, pero no un teléfono a mi disposición.
¿Llamar a