La noticia siguió flotando en la cueva mucho después de que Dorian dejara de hablar.
Syrah está en cinta. El heredero de Rheon.
Las palabras se habían asentado como ceniza sobre mi piel, y cuanto más intentaba sacudirlas, más se me pegaban. La fogata, reducida a brasas, lanzaba destellos anaranjados que parecían parpadear con nerviosismo. La piedra bajo mí estaba fría, pero el calor que me subía por el pecho era puro fuego.
No era por Rheon. No era por lo que habíamos tenido. Ese duelo lo viví y lo enterré hace mucho.
Era por lo que significaba.
Un heredero. Un linaje. Una historia nueva, escrita a la fuerza, sobre los restos de la que me correspondía. ¿Qué hubiese pasado realmente si la Diosa no me hubiese dado la oportunidad de volver?
— Así que eso es —murmuré, más para mí que para ellos—. No le bastó con arrebatarme el título. Tenía que inventarse una Luna… y ahora un cachorro que le legitime el juego. —
Mis uñas se clavaron en la tela de mi pantalón. El vínculo con mi loba se agi