En la clínica Santa Regina olía a desinfectante y a suero. Dos días habían transcurrido desde que Clara había caído en coma. Dos días en los que Mateo no se había movido de la habitación, apenas probando bocado, apenas cerrando los ojos.
El internista entró con los resultados en la mano. Se los mostró al neurólogo y al obstetra antes de hablar.
—La hemoglobina ha mejorado. Pasó de 8.5 a 10.2 gramos por decilitro. Las transfusiones han sido efectivas. El hematocrito se normaliza lentamente.
El traductor comunicó la información en ucraniano al tío, quien asintió con alivio.
El médico continuó:
—Los riñones están filtrando mejor. Diuresis adecuada, creatinina en descenso. Los electrolitos están equilibrados. El cuerpo está respondiendo al soporte.
El obstetra, por su parte, agregó:
—El embrión sigue estable. Saco gestacional en crecimiento, latido cardiaco fetal presente, sin sangrado. Es un embarazo temprano, pero viable mientras el cuerpo de la madre se mantenga en equili