Lumina

A pesar de todo lo que sentía en ese momento, me encontré sonriendo un poco por sus palabras. Zade siempre había sido directo, nunca se andaba con rodeos ni endulzaba la verdad.

Era algo refrescante después de tantos años lidiando con la forma de manejar las cosas aquí; todo era tan frágil que se debía ser muy cauteloso para evitar causar malestar a quienes no lo merecían.

—Hola, Zade —mi voz aún estaba un poco ronca por el llanto, hasta me tuve que sonar la nariz—. Necesito tu ayuda.

La diversión desapareció de su voz de inmediato, se puso alerta. —¿Qué sucede? ¿Qué pasa?

Tragué saliva, tratando de encontrar la forma de explicarle la situación sin revelar la verdad sobre mi renacimiento, ya que decírselo no solo sonaría a que había perdido la razón, sino que tampoco me creería.

—Necesito hacerte una pregunta hipotética.

—Te escucho.

—Si un Alfa le prohibiera a alguien salir de su territorio, ¿cómo podría romperse esa orden del Alfa?

El silencio que siguió fue largo y potente. S