Lumina

Apenas crucé la puerta principal cuando las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro.

Todos los eventos que acababan de ocurrir en la escuela me golpearon como un tsunami, y me encontré tambaleándome por las escaleras hacia nuestro dormitorio compartido, con la vista nublada por las lágrimas que corrían por mi cara.

Cerré la puerta detrás de mí y me apoyé en ella, deslizándome hasta quedar sentada en el suelo con las rodillas pegadas al pecho.

Los sollozos que salían de mi garganta eran tan crudos como dolorosos, provenían de algún lugar profundo donde había enterrado con desesperación, todas las esperanzas de que quizás, esta vez sería diferente.

Sin embargo, mi compañero la había elegido a ella. En público, frente a la escuela de nuestro hijo, había elegido a Sophia antes que a mí. La forma en que me miró con tanto disgusto y decepción, la rapidez con que fue a consolarla después de que por fin me defendí, me hizo sentir que revivía mi peor pesadilla una vez más. ¿Cómo pudo se