Capítulo 39.
Sophia
El viaje al hospital fue un torbellino de murmullos de disculpa de Xenois y una ira ardiente que apenas podía contener.
La mano izquierda me dolía con cada latido del corazón, la quemadura clamaba en protesta cada vez que el coche pasaba un bache leve, pero el dolor físico no era nada comparado con la rabia que ardía en mi pecho.
Esa maldita realmente me había quemado, ¡qué audacia!
Me había agarrado la mano y la había presionado contra esa estufa como si fuera una niña desobediente que necesitaba un castigo. La humillación fue casi peor que el dolor.
—Lo siento mucho, Sophia —dijo Xenois por enésima vez, con los nudillos blancos por agarrar el volante—. No sé qué le pasa a Lumina últimamente. Está... diferente, paranoica. Pero nunca pensé que llegaría a hacerle daño a alguien.
Me contuve de decirle que su preciada esposa había estado "diferente" mucho antes de hoy, que era alguien desesperada, capaz de hacer cualquier cosa para tenerlo bajo su dominio, que era una mujer psicót