Narrado por Aldara
La noche se cernía sobre el bosque como un manto pesado, el aire cargado de una tensión eléctrica que parecía provenir de todas partes y ninguna al mismo tiempo. Había algo en esa oscuridad que me hacía sentir más consciente de todo: del sonido de las hojas bajo mis pies, del crujir de las ramas a la distancia, y sobre todo, de la presencia de Ragnar, tan cercana que casi podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo.
Estábamos solos, lejos del campamento, en un claro que él había encontrado para que pudiéramos hablar. Pero apenas habíamos dicho palabra. Su mirada fija en mí lo decía todo y nada al mismo tiempo.
—¿Por qué insistes en quedarte? —preguntó finalmente, su voz grave rompiendo el silencio.
Lo miré, sintiéndome atrapada entre la confusión y la determinación.