El tiempo pareció detenerse…
Solo éramos Brian y yo en esos momentos, mientras se acercaba peligrosamente hacia mí.
¿Quería el beso?
No…
¡Sí!
¡¿Qué?!
«¡Laurent! Se supone que quieres ser despedida.»
Como si mi pequeño demonio moral despertara de su siesta eterna, reaccioné. Lo que vino después ni yo lo esperaba. Cuando estuvo demasiado cerca, moví la cabeza con fuerza, dándole un cabezazo directo en la nariz. El golpe fue tan sorpresivo que Brian me soltó, y yo casi termino besando el suelo.
La burbuja semi romántica en la que nos habíamos encerrado explotó con tanta brusquedad que dolió. Brian, que siempre parecía tener la calma de un monje tibetano, se sostenía la nariz mirándome como si yo estuviera completamente loca.
¿Lo estaba?
Muy probablemente.
Me aparté de él como si su mera presencia quemara, y salí disparada hacia la salida. ¿Por qué? Ni idea. Ni siquiera yo entendía mi cerebro. Corrí sin mirar atrás, sin importarme las miradas curiosas, los murmullos… ni los pasos decidido