CAPÍTULO 53
DANIELA
Llegamos a la playa solitaria de Topolobampo. Miro las llamas de una pequeña fogata y sonrío. Iker me abre la puerta de la camioneta, tomo su mano y caminamos sobre la arena, siguiendo un camino de pétalos que nos conduce hasta la entrada de una hermosa cabaña.
Al entrar, nos recibe una cálida iluminación de guirnaldas y farolitos que hacen el lugar mágico. Velas de diferentes tamaños y colores desprenden un aroma relajante a vainilla y lavanda.
Camino admirando cada detalle: ramos de flores rojas y blancas, y una pequeña rueda de la fortuna con luces que contienen fotos nuestras. Me acerco y sonrío: son recuerdos de años atrás y de este año. También veo los regalos que le di y los que él me dio. Río y acaricio el peluche que me regaló, sostengo con cuidado la caja de cristal que le di, y la dejo en su lugar.
Mis ojos se humedecen al ver la cama king size, decorada con un enorme corazón de pétalos rojos.
«¿Qué es todo esto?», pienso, con lágrimas que resbalan, el co