CAPÍTULO 65
DANIELA
—Al fin estamos solos —me dice Iker con una sonrisa pícara, y no puedo evitar reír.
Me toma de la nuca y me besa con ansias; su lengua explora mi boca y los gemidos escapan desde lo más profundo de mi garganta.
Muerde suavemente mi labio inferior y lo suelta. Nuestras miradas se encuentran, sus ojos se oscurecen, reflejando un deseo profundo. Mi respiración se acelera, deseando que me haga suya.
Él se acerca más, y mi corazón late desbocado. Ansío sus besos, sus caricias, quiero todo de él.
El beso se intensifica mientras nos dirigimos a la cama. Sin perder tiempo, nos deshacemos de nuestras ropas y caemos sobre ella. Él empieza a repartir besos desde mi mejilla, bajando por mi abdomen hasta llegar a mi centro.
Lo detengo, tomando su rostro entre mis manos.
—Hoy no quiero esto —le digo—. Te quiero dentro de mí, quiero que me llenes de ti.
Iker me regala una sonrisa seductora. Lo abrazo, nos besamos mientras me rodea con sus brazos. Siento cómo se desliza suavemente