CAPÍTULO 66
IKER
Me encuentro parado frente al altar; la veo caminar del brazo de su papá, sonriendo radiante, y también le sonrío.
El señor Daniel me la entrega y dice unas palabras:
—Te entrego a mi niña, sé que la harás muy feliz como lo has hecho hasta ahora.
Asiento. Los ojos de Danielita están humedecidos; le aprieto suavemente la mano y, al mirarme, me dedica una sonrisa.
Su papá le da un beso en la frente y se dirige a su lugar junto a su esposa.
Danielita y yo nos miramos a los ojos; le deposito un beso en la frente.
—Te adoro —musito.
—Yo también.
Nos regalamos una pequeña sonrisa y nos sentamos frente al padre. Escuchamos atentamente el significado de nuestra unión en matrimonio, que pienso cumplir al cien por ciento; si tengo que dar la vida por ella, la daría mil veces.
Vemos a Gisell y a Andrés con los anillos.
—Yo, Iker, te acepto a ti, Daniela, como mi esposa, y me entrego a ti. Prometo amarte y respetarte, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad,