Capítulo 69: Elena siempre será la señora Dereveux.
Elena despertó lentamente, envuelta en el tenue resplandor de la mañana que se filtraba por las cortinas. Por un instante, creyó que aún soñaba. Sentía el peso tibio de un brazo rodeando su cintura, firme, posesivo, familiar. Giró apenas la cabeza y una sonrisa suave curvó sus labios al verlo.
Alexander dormía profundamente a su lado, su respiración pausada rozándole el cuello. El rostro relajado, los labios entreabiertos, la sombra de la barba marcando sus facciones con una rudeza casi poética.
Durante un momento se permitió observarlo. Recordar cómo sus labios la habían reclamado la noche anterior. Cómo todo lo que había intentado olvidar volvió a encenderse con una sola mirada suya.
Con sumo cuidado, se zafó de su agarre. El movimiento lo hizo murmurar algo en sueños, pero no despertó. Elena permaneció quieta, mirándolo con ternura, admirando a ese hombre que había sido su mayor amor y su más dolorosa herida.
Se levantó despacio, buscó una bata de seda y se dirigió al sanitario.
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