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Necesito salir de aquí

—Dana—

El día de la boda de Alma y Enzo…

—¿Todo bien, Dana?

—Sí, sí, Jex. Todo bien.

—¿Segura?

—Ya deja de ver debajo del agua Jex, estoy bien. Ven, vamos a bailar.

Había estado preocupada por Thomas, a penas si nos saludamos cuando llegué y, después de verlo terminada la ceremonia, sabía que estaba triste. sentía unas ganas enormes de acompañarlo, pero la vergüenza me ganaba y no hice nada.

Cuando llegué a la villa del al abuelo de Alma, justo después del vuelo que me trajo de los Ángeles, a penas pude hacer algo, por suerte me cambié en la camioneta para alcanzar a estar lista para la boda.

Desde que Alma decidió hacer un break en su trabajo, cuando nacieron mis princesas. La señora Valery me puso a cargo del incordio de Newton Van Pelt. Todo un desafío, pues su carrera había despegado desde la nominación de la película y de ambos actores en Cannes y,  aunque él no lo ganó, las ofertas llegaron como pan caliente. Así que después de este viaje express a Italia, debía ponerme a disposición nuevamente, de la estrella multicolor en Zaragoza, donde se filmaba su película más reciente.

Seguimos bailando con los chicos, por un rato y luego le pedí un tiempo fuera a Nathan, que también me había pedido bailar.

Salí por el pasillo buscando el baño y me encontré a Thomas tambaleándose apoyado en una de las murallas…

—Thomas ¿ Estás bien?

—A… Ayúdame, necesito aire, sácame de aquí. —estaba rojo y comenzaba a respirar muy rápido, me estaba asustando, era mejor buscar a los chicos.

—Debemos avisarle a los chicos— le digo mientras el se trata de sostener en mi hombro.

—Por favor, tengo mucho calor, necesito salir y respirar un poco de aire, ayúdame.

—Thomas, me estas asustando, mejor llamo a Alma.

—¡No! No quiero arruinar su día. —No sé qué pasó por mi cabeza, que al final lo ayudé, con mucho cuidado de no caernos lo llevé a la habitación que me habían designado y procedí a ayudarle a sentarse.

—Déjame sacarte la chaqueta, para que estés mejor.

—Lo siento, lo siento tanto, gatita no sé que me pasó.

—Thomas ¿Consumiste algo?— entremedio de su llanto le pregunto.

—Lo siento, yo no quería, lo siento.

—Thomas, mírame ¿Qué consumiste?

—No lo sé, no me regañes… quiero… tengo demasiado calor, Dana.—me separo de él y busco en el baño una toalla y la humedezco, vuelvo a la habitación y Thomas se ha sacado la camisa y está desabrochando su pantalón.

—Para maldito pendejo, déjame ver qué puedo hacer, pero creo que lo mejor es llamar a tus hermanos…—Me tomó por la cintura y me acercó a él para después abrazarme.

—No te vayas, no me dejes solo tú también…

—¿De qué hablas Thomas?

—De esto que sentimos los dos, gatita huraña.

Me miró a los ojos y ese verde en los suyos que me gustaba tanto, empezó a brillar con una intensidad que me hizo flaquear, comencé a secar su sudor, mientras él no me quitaba la vista de encima y acariciaba mi espalda con delicadeza.

—Thomas… esto está mal, tú estás mal…

—Tu sabes que los borrachos y los niños no mienten, gatita y esto que estamos sintiendo va más allá de nosotros mismos…

—Pero no estás en tus cinco sentidos…

—Te necesito y tu corazón también lo hace, lo sé, lo siento…

—Thomas… No me quiero arrep…

No me dejó terminar de hablar cuando unió sus labios con los míos, sentí sabor a menta y canela en ese beso, no había rastros de alcohol, ¿sería posible que lo que me estaba diciendo fuese verdad? O todo era producto de su locura, no sé en qué más estaba pensando en ese momento que me dejé llevar por las sensaciones que su toque y sus besos me producían, ¿A quién quería engañar? Thomas me gustaba y mucho, disfrutaba de discutir con él y de lo que me hacía sentir, así que lo dejé explorar mi cuerpo, mientras yo exploraba el suyo. Se deshizo de mi vestido, dejándome en ropa interior y me puso a horcajadas sobre él, nos besamos con vehemencia y disfrutamos de nuestros cuerpos, de un momento a otro, él se levantó y nos dio la vuelta, quedando debajo de su cuerpo, estaba más delgado que la última vez que lo vi, pero eso no obstaba a que se viera igual de guapo, como siempre.

Comenzó a besar mi cuerpo y se detuvo en el monte entre mis senos, los que acarició y besó con cuidado, como memorizando cada parte de mi cuerpo, sacó mi sostén y acercó uno de mis pezones a su boca, mientras lo chupaba y mordía con ímpetu, sacándome varios gemidos de placer, luego continuó con el otro y siguió bajando hasta llegar a mi monte de Venus, rasgó mis bragas y sumió su cara en mi entrepierna.

—Ah…— mis gemidos eran más profundos y sentía que mi cuerpo volaba con cada lamida y empuje que hacía con sus dedos dentro de mí, mi bajo vientre comenzó a sentir como si descargas de electricidad se juntaran y mi cuerpo se dejó llevar por lo que sería el primer orgasmo de la noche y de mi vida.

—Eso, cariño. Disfrútame como yo te estoy disfrutando.— la voz áspera y dura de Thomas no me dejaba bajar de mi ensoñación, diablos, esto era maravilloso y sentía que nuevamente mi cuerpo quería explotar, de un segundo a otro se separó de mí y mi cuerpo protestó por la lejanía, lo que no sabía era que se había movido para sacar su pantalón, volvió a mis labios y junto con el sabor a menta, ahora sentía mis propios sabores y me deleité con su legua explorando mi boca. Se posicionó entre mis piernas y abrí los ojos al notar su miembro rozar mis pliegues.

—Con cuidado…— creo que fue lo último que dije, con algo de cordura, antes que diera la primera estocada y sentí la fuerza y el ardor que provocaba la intrusión de su cuerpo en el mío, salió despacio y volvió a entrar más a fondo, sacándome un grito cargado de dolor y placer a la vez al romper esa barrera.

—Tranquila gatita, esto es para prepararte. —gimió en mi oído y luego de unos segundo el dolor había pasado, volvió a moverse y comenzó un vaivén maravilloso que me tenía viendo las estrellas…

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