Cuando Terrance llegó a su mansión, la ira lo consumía.
—¡Martín! —gritó, golpeando el escritorio con tanta fuerza que los objetos encima temblaron.
Su asistente apareció apresurado, nervioso ante la expresión sombría de su jefe.
—Averigua todo lo que puedas sobre las cámaras del bar donde Paz fue atacada —ordenó Terrance, con la voz grave y llena de determinación.
Martín frunció el ceño, intentando medir sus palabras.
—Pero, señor… las cámaras… quizás no captaron…
—¡No quiero excusas! ¡Quiero respuestas! —interrumpió Terrance, alzando la voz con tal autoridad que Martín retrocedió un paso.
El asistente asintió rápidamente y salió de la oficina con pasos apresurados.
Sin embargo, al llegar al pasillo, su expresión cambió.
Su rostro, antes sumiso, se tornó lleno de rabia contenida.
Sacó su teléfono y marcó un número que conocía demasiado bien.
—Deborah… —dijo con un tono helado—. Terrance sigue obsesionado con Paz. ¿Sabes lo que me acaba de pedir? ¡Investigar quién intentó matarla! Desp