—No quiero que nadie se entere aún, Terry... Tengo miedo. Miedo de perderlo todo. —su voz temblaba, casi inaudible, mientras sus dedos se aferraban con fuerza a la tela de su camisa, buscando algo que le diera seguridad.
Terry, al verla tan vulnerable, se acercó lentamente, su rostro reflejaba la preocupación de quien nunca había visto a Paz tan angustiada.
Sin mediar palabra, tomó su mano, dejando que el contacto entre ellos fuera el único consuelo que pudieran encontrar en ese momento.
—Nuestro hijo... —comenzó, buscando las palabras que pudieran calmarla, que pudieran darle fuerza—. Nuestro hijo va a nacer sano, Paz. Fuerte. Porque su madre es la mujer más valiente que he conocido. —su voz, suave y firme, la envolvía como un abrazo invisible. Con un suspiro, se inclinó hacia ella, besando sus labios con ternura.
Paz, aunque afectada por el temor, respondió al beso, sintiendo la calidez que le proporcionaba la cercanía de Terry.
—Mantengámoslo en secreto, mientras el bebé crece un po