Helena llegó a su oficina con el bolso colgando del hombro. Al cruzar la puerta, vio a Kaito charlando con Maikol cerca de su escritorio.
No era raro verlos conversando, pero ya sabía los sentimientos de Maikol hacia él.
Le echó un ojo a su amigo con picardía, como quien observa sin interrumpir, con esa mezcla de curiosidad y complicidad que solo se tiene con alguien cercano.
Pero no parecía haber nada más allá.
La charla fluía tranquila, sin tensión ni coqueteo.
—Oh, Helena —saludó Kaito al notar su presencia—. Hoy he traído mi portafolio para enseñarte un poco sobre la moda japonesa. Son los diseños que tiene mi empresa.
—Muy bien.
Helena dejó su bolso sobre el escritorio y se sentó.
—Creo que puedes implementar fácilmente gran parte de mis diseños con los tuyos sin que sea muy notorio —expresó él, dejando el portafolio sobre la mesa.
Maikol sólo escuchaba, apoyado en la pared.
—Muchas gracias, Kaito. ¿Sabes? Pienso que te estás esforzando demasiado por una colección q