Helena pasó por la recepción con su paso ligero de siempre, saludando a los de seguridad con una sonrisa rápida antes de girar hacia el mostrador.
Karen ya estaba allí, revisando unos papeles, con el cabello recogido y ese aire concentrado que la hacía parecer más seria de lo que realmente era.
—¡Buenos días, Karen! —dijo Helena, apoyándose en el mostrador con confianza—. Mi recepcionista favorita. Ya quería verte y hablar contigo.
Karen levantó la vista y sonrió al instante, un poco extrañada por los grandes ánimos de su amiga.
—Te veo muy emocionada el día de hoy. ¿Pasó algo con Nicolás que no me hayas contado? —inquirió, divertida—. Porque soy toda oídos.
—Aquí el tema de conversación será sobre ti —la señaló con el dedo—. Necesito saber cada detalle de lo que ocurrió en tu cita. ¿Paul se te confesó? ¿Ya son novios? ¡Dime!
Karen se sonrojó sin poder evitarlo.
La sonrisa se le escapó sola, como si el recuerdo la acariciara desde adentro.
Miró al techo, tratando de proy