Al día siguiente, Helena se despertó y notó que no estaba en su habitación. Gracias a eso, sus mejillas se tornaron rojas porque recordó cada detalle de la noche anterior.
Cada caricia, cada toque y beso que le dio Nicolás… Fue la mejor noche de su vida. Jamás se había sentido tan deseada sexualmente, que con Nicolás.
Se cubrió el rostro.
—¿Lo hicimos? ¿De verdad lo hicimos? —murmuró para sí misma.
Su celular vibró. Tenía un mensaje de su madre, preguntando dónde estaba. Ella respondió que durmió con Nicolás, luego le daría detalles.
Nicolás no estaba a su lado. Revisó el resto de la habitación y se encontraba sola. Eso la alivió un montón. Tenía que prepararse mentalmente antes de volver a ver a Nicolás.
—Tranquila, Helena. Todo está bien entre ustedes —Se levantó de la cama—. Extremadamente bien, de hecho…
Sacudió la cabeza y salió de la habitación. El olor a huevo revuelto y tocino llegó a sus fosas nasales, cálido y reconfortante. No tenía idea de que Nicolás cocinaba tan b