Nicolás estaba revisando cada diseño que Helena había colocado en su portafolio. Ella se aseguró de usar las mejores prendas, algunas ya las tenía Atelier, pero otras no.
Él tenía que admitir que eran los mejores diseños que había visto en su vida. Aunque ya varios cobraron vida gracias a Atelier, Nicolás se percató de que Helena era capaz de crear cosas excepcionales. Cerró la carpeta. —¿Y? —preguntó ella, nerviosa—. ¿Qué opinas? —Entonces, ¿es verdad que la secretaria de Gabriel te robó los diseños? Ella se sorprendió un poco, no esperaba que se metiera en su vida privada. —¡Pues claro! —exclamó—. Mi supuesta mejor amiga. Todavía me tiembla la voz al recordar lo que me hicieron. No sólo me robó mis diseños; también el novio. Se cruzó de brazos y bajó la cabeza. La decepción en su rostro era digna de admirar. Nicolás ladeó la sonrisa. —¿Y si fuiste tú la que los robó? —inquirió, curioso, aunque no era lo que él realmente pensaba—. Digo, todo el mundo ahora sabe que Diana Anderson es la creadora de los grandes diseños de Atelier. Nadie te conoce a ti. Helena abrió los ojos. Las palabras de Nicolás llegaron a lo más profundo de su corazón y lo rompieron otra vez, pero no se iba a mostrar débil. Ya una vez fue humillada frente a él. —Si me contratas, te demostraré que puedo crear mejores diseños que estos que ves aquí —señaló el portafolio—. Tenlo por seguro. Nicolás suspiró. —Te creo, Helena. Me sorprende que después de todo lo que te hicieron, sigas tratando de salir adelante —comentó, dejándola en blanco—. Es admirable. —¿M-me crees? —Sí —asintió—. Se nota que esa mujer nunca ha agarrado un lápiz en su vida. ¿No crees que se acaba de hundir ella solita? —¿A qué te refieres? Se volvió famosa gracias a mi trabajo. —Exacto. ¿Crees que ella podrá hacer más diseños? —Alzó una ceja. —Me robó todo, Nicolás… Gabriel me mandó a hacer más de doscientos diseños nuevos para cubrir un aproximado de cinco meses —resopló, arrepentida—. Bueno, fue Diana la que me lo pidió en nombre de Gabriel. Ahora me doy cuenta de que lo hizo porque sabía que me iban a despedir —Se mordió una uña. —¿Y qué crees que suceda después de que se quede sin diseños? —inquirió, en tono burlón—. Gabriel se dará cuenta de que algo anda mal. —Falta mucho para que eso suceda. Además, Diana tendrá algo bajo la manga, estoy segura —Helena se mordió una uña—. No arriesgaría su futuro. —Qué pesimista resultaste ser —bufó. —¡¿Y qué esperas?! ¡Mi novio me puso el cuerno con mi mejor amiga y ambos van a casarse! —gritó, dejándose llevar por las emociones—. Todo lo que construí, fue destruido en un solo día. Por eso necesito tu ayuda… Helena vio las manos de Nicolás y las tomó. Lo miró a los ojos con súplica, era su única esperanza para poder salir adelante y demostrar que ella era una gran diseñadora. Nicolás se soltó de inmediato, no estaba acostumbrado a recibir afecto, mucho menos de una desconocida. Por un segundo, sus mejillas se pusieron coloradas. —¿Por qué buscaste mi ayuda en primer lugar? —Eres el rival principal de Atelier. Mi mejor forma de destruirlos, es uniéndome a ti —confesó—. Ellos perdieron a la diseñadora que los llevó a la cima. ¿Va a desperdiciar esta oportunidad, señor Nicolás? Él se mordió el labio. No podía dejarla escapar después de saber que todo lo que rodeaba a Gabriel era una farsa. Su objetivo era destruirlo, y si tenía que aliarse con la ex novia de su hermano para lograrlo, lo haría. —Antes de aceptar, me gustaría que hiciéramos un contrato con varias cláusulas importantes —habló, levantándose de su asiento para mirar por la ventana. —¿Contrato? —Uno que va más allá del trabajo, Helena. Ambos tenemos que salir ganando algo, ¿no crees? —Dime más. —Te daré el puesto de diseñadora en mi empresa. Pero nadie sabrá que se trata de ti, ¿entendido? —alegó, sin verla a los ojos. —¿Qué? —Helena no estaba de acuerdo, así que se levantó—. Pero estoy buscando que todos sepan que soy yo la que está detrás de los diseños. —Lo sé. Es una cláusula que será temporal, tranquila. Mi plan es que mantengas tu identidad creativa en secreto hasta que el éxito empiece a tocar nuestras puertas —explicó, caminando de un lado a otro—. Cuando el público quiera saber quién está creando los mejores vestidos, las mejores blusas… Ahí es cuando tú saldrás a la luz y te revelaré como la mente maestra de Nocturne Fashion. Agregaremos que fuiste una pieza importante en Atelier, pero que Gabriel no te supo valorar. Helena parpadeó. Su idea sonaba descabellada. Aún así, su popularidad aumentaría y lograría su objetivo al final. Ser reconocida por su trabajo era lo que más buscaba. —Lo entiendo. —Aquí va la segunda cláusula —murmuró, mirándola a los ojos—. Tendrás que acudir a eventos importantes como mi pareja. Últimamente se me juzga mucho por nunca haber tenido una relación seria. Sabes lo complicado que es ese tema en el mundo de los negocios. Al público le encanta ver parejas comprometidas. Y tú, Helena, fingirás ser mi novia. —¿T-tu novia? —balbuceó, con un sentimiento extraño—. Eres el hermano de mi ex, ¿la gente no nos verá raro? —Gabriel nunca te presentó ante el mundo como su novia, ¿o sí? —Alzó una ceja—. Porque yo no tenía idea de que se había comprometido contigo, hasta que vi cómo te rompió el corazón. Helena no podía sentirse más devastada. Ese pelinegro tenía razón. Gabriel la ocultó tanto… Tal vez porque nunca fue en serio con ella. —Estábamos comprometidos —afirmó, con la voz ronca—. Pero creo que fui la única que se creyó todo ese cuento de hadas. Se le nubló la visión. —¿Te parecen bien las cláusulas? —preguntó. —¿Puedo agregar una? —Por supuesto. —Cláusula número tres: tengo derecho a estar en cada pasarela que hagas con mis diseños, aunque deba usar una máscara para mantener mi identidad oculta —proclamó, con las cejas inclinadas. Por primera vez, Nicolás sonrió con sinceridad y cero diversión. —Trato hecho —Se acercó a ella y le ofreció su mano—. Será un placer trabajar contigo. La diferencia de altura intimidó un poco a Helena. Ella le llegaba por el cuello, tuvo que alzar mucho el mentón para poder verlo. Estrechó su mano con una sonrisa, porque tenía la oportunidad de reparar su corazón mediante el éxito.