Helena pasó por la recepción con una sonrisa distraída, saludando a su amiga como de costumbre. Karen la vio entrar y no dudó; se levantó de inmediato y la abrazó con fuerza, como si ese gesto pudiera sostenerla entera.
—¡Amiga! ¡Felicidades por tu compromiso! —exclamó Karen, sin soltarla—. ¿Cómo te sientes? Lo vi en las noticias y se me aceleró el corazón al escuchar tu nombre. Esperaba que me mandaras un mensaje o algo.
—Créeme, yo también me sorprendí porque Nicolás no me avisó que lo compartiría con el mundo —rio, divertida—. Anoche me lo pidió…
Helena se sonrojó, recordando el momento con nostalgia y ternura. Nicolás fue apresurado, pero eso no le quitó lo romántico.
—Se nota que estás feliz por eso —expresó Karen, enternecida—. Además, hay un montón de gente loca afuera del edificio. No sabes lo que me costó entrar —bufó.
—Lo sé, sigo sorprendida por las preguntas que hacen… —murmuró—. Algunos sospechan que fue un compromiso apresurado por embarazo, otros por amor.
—Uff,