Capítulo 29. Sola pero más fuerte que nunca.
Capítulo 29. Sola pero más fuerte que nunca.
El ataúd descendió lentamente a la tierra y un silencio pesado cubrió todo el cementerio. Mis manos temblaban mientras sostenía el relicario que Clara me había dejado. No podía apartar la vista del hueco que se cerraba con paladas de tierra. Cada golpe contra la madera me hacía sentir que algo dentro de mí también se estaba enterrando.
Había vecinos, conocidos de toda la vida de Clara, algunos familiares lejanos, clientes de la cafetería y hasta gente que apenas la trataba pero que habían querido despedirse. Todos estaban allí, menos ella.
Me quedé quieta, como si mis pies se hubieran clavado en el suelo. No lloré tanto como pensaba. Supongo que el dolor había empezado días atrás, cuando vi cómo la enfermedad la consumía poco a poco. Ahora solo tenía un vacío en el pecho y la sensación de que nada volvería a ser igual.
Ian estaba a mi lado. No dijo nada, pero me sostuvo del brazo cuando terminé de echar la flor sobre la tumba. Sentí