—¡Para! —gritó, jadeante, empujándolo—. ¡River, para, por favor!
River retrocedió de inmediato, respirando con dificultad.
—¿Lyra? ¿Qué pasó?
Ella se sentó, cubriendo su cuerpo con los brazos, los ojos llenos de lágrimas repentinas.
—Lo siento… yo… pensé que podría, pero… —su voz se quebraba—. Cuando me tocaste ahí… yo… recordé a ellos.
River no dijo nada, permaneció cerca, sus dedos deslizándose suavemente por el cabello claro y mojado de ella, evitando cualquier toque más intenso por miedo a asustarla de nuevo.
—Nunca… nunca había sido tocada por nadie antes. Y ellos… ellos hicieron cosas horribles… me lastimaron de formas que ni siquiera puedo describir… intento olvidarlo… pero no puedo…
River se arrodilló frente a ella, tomando su rostro con cuidado.
—Lyra… no tienes que disculparte. Nunca. Fuiste demasiado fuerte para sobrevivir a todo eso. Y te juro, por la sangre de mis ancestros, que nunca voy a obligarte a nada. Nunca.
Ella sollozó, apoyando la frente en la de él.
—Yo s