REY DE OROS. CAPÍTULO 20. Un regalo de bodas
REY DE OROS. CAPÍTULO 20. Un regalo de bodas
Costanza no podía creer lo que veía. El garaje de Alaric parecía salido de un sueño de nerd millonario con obsesión por la velocidad. Había autos deportivos de todos los colores, algunos con puertas que se abrían como alas de murciélago, otros con llantas tan enormes que parecían ruedas de avión en miniatura.
Y las motos… ¡aaaaaay, las motos! Estaban alineadas como soldados perfectamente formados, cada una más impresionante que la anterior: Ducati, Kawasaki, Yamaha, algunas con carenados que brillaban como si fueran espejos de discoteca, y otras que parecían más máquinas de ciencia ficción que vehículos reales. El olor a cuero nuevo y aceite mezclado con un perfume extraño de lujo casi le hizo girar la cabeza.
¡Bragas mojadas en un segundo! ¡Eso era el garaje de Alaric para Costanza! ¡Bragas mojadas viendo aquellas veintiséis motos mientras las contaba!
—Alaric… —preguntó, intentando sonar casual, pero sus ojos brillaban como linternas en