REY DE CORAZONES. CAPÍTULO 28. El arte de la guerra.
REY DE CORAZONES. CAPÍTULO 28. El arte de la guerra.
El sonido metálico del gong todavía flotaba en el aire cuando, de repente, algo cayó del cielo.
Un hombre descendió desde una pértiga de bambú, como si hubiera saltado desde las nubes. Su caída fue precisa, elegante; y aterrizó en medio del patio con un movimiento que levantó una ligera nube de polvo dorado bajo las luces.
La multitud contuvo el aliento por un segundo, y luego estalló en aplausos. Otro hombre apareció desde el extremo opuesto, también vestido con armadura tradicional. La exhibición acababa de comenzar.
Cally y Tristan se miraron, y la única que no estaba sorprendida era ella. Caminaron hacia el patio, donde los invitados empezaban a ocupar su lugar alrededor de la arena. Ahí habían dispuesto largas mesas y bajas, tapizadas con cojines de seda y bandejas con sake, sushi y pequeñas linternas encendidas.
El ambiente era tan solemne como festivo; y el público murmuraba con emoción mientras los dos samuráis comenzaban a