REY DE CORAZONES. CAPÍTULO 20. Al que madruga Dios lo ayuda
REY DE CORAZONES. CAPÍTULO 20. Al que madruga Dios lo ayuda
Tristan apoyó el codo en la mesa y la observó con una sonrisa ladeada.
—Evidentemente, no pienso en ti tanto como tú quisieras —dijo con ese tono socarrón que usaba para provocarla, pero ella era lo bastante suspicaz como para darse cuenta de que lo había tomado por sorpresa su pregunta.
Antes de que Cally pudiera responder, la camarera regresó con una botella de vino nueva. Tristan le dedicó una sonrisa encantadora, de esas que parecían hechas a medida para derretir a cualquiera. La mujer, visiblemente halagada, le devolvió la sonrisa y hasta le rozó la mano al pasarle la copa.
Cally rodó los ojos como si esa fuera la respuesta más inmadura del mundo. ¿Contestarle coqueteándole a otra mujer?
—Debe ser agotador ser tan irresistible todo el tiempo —murmuró, mientras giraba el vino en su copa y Tristan levantó la suya satisfecho.
—Lo intento. Es un trabajo de tiempo completo —respondió, divertido.
Ella sonrió con falsa dulzura.