CAPÍTULO 33. Burlas y pincitas
CAPÍTULO 33. Burlas y pincitas
Raven se despertó con la cabeza embotada, la garganta seca como el desierto y el cuerpo… bueno, el cuerpo dolía en sitios que ni sabía que podían doler. Parpadeó varias veces, entrecerrando los ojos por la luz que se colaba sin pudor entre las cortinas abiertas, y paseó los ojos alrededor.
El reloj sobre el tocador de la habitación marcaba el mediodía. La resaca que tenía era real, pesada, y perfecta.
La habitación era enorme, iluminada, de cortinas blancas, lujosa pero clásica… y con un esposo incluido.
Raven frunció el ceño cuando lo vio.
Rowan estaba sentado en su silla de ruedas, a medio metro de la cama, leyendo un libro que estaba colocado sobre un trípode… como si nada. Traje de lino blanco, sin arrugas, peinado, perfumado…
Ella se enderezó de golpe, o lo intentó; y un gemido de dolor escapó de su boca cuando sintió el tirón en los muslos, en la espalda… y en ese lugar específico del que era mejor no pensar demasiado.
¿Qué demonios había pasado la