TE TOMARÉ AQUÍ, Y AHORA.
Rania no reparó en Adilá, se fue rápidamente caminando con los ojos nublados y con las ganas inmensas de ver a su hijo. Y, a pesar de que el guardia le dijo que no podía acercarse a la habitación, ella fue de todas formas.
—¿Pueden darme información de mi hijo? —el médico la miró, estaba afuera en el salón y negó.
—Lo siento mi señora, la orden es que nadie puede entrar ni puedo dar información.
—¿Nadie puede entrar? —el médico negó, y eso de cierta forma alivió a Rania—. ¿Alguien lo alimenta, lo cuida?
—Por supuesto, las veinticuatro horas… —Rania sintió un nudo en la garganta.
—¿Ha llorado mucho? —Sus ojos se nublaron y el médico soltó el aire.
—No se preocupe, está bien cuidado…
Ella se limpió las lágrimas asintiendo, y luego se encontró con Mahir en los pasillos y se acercó a él.
—Mahir… ¿Sabes de Laya? —él arrugó el ceño.
—Está en un cuarto de servicio, y debe permanecer allí hasta que todo se resuelva…
Rania apretó la boca y asintió.
—¿Dónde e