REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 8. Dos acostumbrados a ganar
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 8. Dos acostumbrados a ganar
Christian no aparta la mano de mi brazo por encima de su pañuelo. No ejerce presión, no me retiene… solo me cubre. Como si supiera que necesito ese pequeño escudo para no volver a derrumbarme.
Mi corazón late rápido, demasiado rápido, y de repente ya no es por miedo, no es por dolor, ni estrés ni ansiedad… Es por él.
Lo observo mientras saca el teléfono del bolsillo y envía un mensaje con movimientos precisos y seguros. No sé qué escribe pero en el tope de la pantalla táctil se ve el nombre del contacto “Asistente”.
Luego, sin soltarme, marca ese mismo número y se lo lleva al oído.
—Te mandé la lista de lo que necesito. Tienes cinco minutos —dice con voz firme, sin necesidad de dar más explicaciones.
Cuelga sin esperar respuesta y en el fondo del salón una mujer se apresura hacia el ascensor. Entonces, sus ojos claros vuelven a mí.
—Todo estará solucionado en cinco minutos, te lo aseguro —dice con una sonrisa suave y como si supier