CAPÍTULO 127. Diamantes
CAPÍTULO 127. Diamantes
Un latigazo de anticipación recorre mi clítoris hasta mi nuca y las manos de Viggo sobre mis pechos son como un pasaje directo a la locura. Siento su erección contra mi trasero y sé que cuando dijo que mis maldiciones son “acumulativas”, significa que de verdad voy a necesitar otra semana, de reposo, pero no me importa.
El calor de Viggo entre mis piernas me hace morder los labios, pero él desliza sus dedos dentro de mí antes de que pueda contenerme más. Jadeo mientras lo siento adentrarse, reclamando cada centímetro de mi cuerpo. Ha pasado demasiado tiempo y lo necesito, así que no puedo evitarlo: lo recibo con una desesperación absoluta. Me mide, empuja, escurre cada gota de humedad dentro de mí y la verdad es que no lo veo venir… quizás ese es todo el propósito de mantenerme inmóvil.
Lo escucho reír fugazmente antes de penetrarme con fuerza, arrancándome el aliento. Mi grito llena la habitación mientras él embiste profundo, chocando contra el final de mi sex