CAPÍTULO 9. Sometida
CAPÍTULO 9. Sometida
Mis manos tiemblan un poco mientras abro el cinturón de cuero italiano y trato de que su pregunta no me haga ahogarme antes de tiempo. No va a regalarme ningún puto diamante, va a presumírmelo, va a hacer que me lo trague porque lo tiene en ese piercing que puedo acariciar aun por encima del bóxer negro. Su erección es descomunal, y mi respiración se corta por un segundo cuando lo veo abrirse uno a uno de los botones de la camisa, regalándome esa franja de abdomen que parece esculpido en mármol.
Se pasa de atractivo y lo sabe, pero también tiene ese magnetismo animal que es en sí mismo una amenaza, como si la llevara escrita en el rostro.
—“Esto te va a doler, pero lo vas a disfrutar” —murmuro y él frunce el ceño divertido.
—¿Perdón?
—Eso dicen tus ojos —respondo y se muerde el labio inferior con un asentimiento mientras acaricia mi cara y una de sus manos se detiene en mi cabello.
—Qué bueno que nos vamos conociendo —gruñe con satisfacción y no cierra los ojos ni