Mundo ficciónIniciar sesiónEl primer rayo de sol se filtró entre las cortinas cuando Igor registró el movimiento. Sus ojos, entrenados para captar anomalías después de décadas en operaciones encubiertas, se fijaron en el sedán negro que pasaba por tercera vez frente a la casa. Cuatro horas y veinte minutos desde la primera vez. Demasiado meticuloso para ser casualidad.
Se incorporó del sillón donde había permanecido durante las últimas veinte horas, permitiéndose apenas cuatro horas de sueño fragmentado. El arma reposaba familiar en su cinturón, el peso reconfortante de una extensión de su propio cuerpo. Sus músculos protestaron por la tensión constante, pero Igor había aprendido a ignorar las molestias menores cuando la supervivencia estaba en juego.
El vehículo redujo la velocidad al pasar frente al sendero de grava. Vidrios polarizados que impedían ver el interi







