Mundo ficciónIniciar sesiónLa oficina olía a madera vieja y al whisky que Stephano no había tocado. El vaso descansaba sobre el escritorio como un reproche mientras sus manos sostenían una pluma que pesaba más de lo que debería. El papel frente a él seguía en blanco después de veinte minutos mirándolo fijamente.
¿Cómo se escribía una carta para alguien que probablemente nunca conocería?
Afuera, la lluvia había cesado finalmente. El silencio se sentía peor que la tormenta. Como si el universo estuviera conteniendo el aliento antes del golpe final.
Stephano respiró hondo y comenzó a escribir.







