Liam mostró el mensaje a todos sin decir una palabra.
El pánico colectivo fue instantáneo. En medio de todo el drama—el poliamor, las confesiones, las lágrimas—se habían olvidado completamente de la mafia rusa.
—¿Qué robaste exactamente?
Stephano fue el primero en romper el silencio.
Liam guardó el teléfono. Su rostro era una máscara de piedra.
—Información. Nombres de policías corruptos en la nómina de Dmitri. Jueces. Fiscales. Todo un sistema comprado y pagado.
Caminó hacia la ventana.
—Era mi seguro de vida. La única razón por la que me dejó salir de la organización sin meterme una bala en la cabeza.
—¿Y ahora?
Valentina.
—Ahora quiere recuperarla. O venganza. Probablemente ambas cosas.
La puerta se abrió bruscamente.
Igor entró con el rostro marcado por líneas de preocupación. Llevaba un rifle en las manos.
—El perímetro está comprometido.
Habló directamente a Liam.
—Tengo confirmación visual de al menos tres francotiradores en las montañas circundantes. Probablemente más que no pu