El correo llegó a las dos de la madrugada. Danna no dormía —últimamente nunca lo hacía—, así que el pequeño ping de notificación atravesó el silencio del ático como una alarma de incendio.
Remitente: svidal@editorialvidal.com
Asunto: LA VERDAD QUE AMBOS NECESITAN
Adjunto: ELENA_ARNES_MUERTE_SIN_EDITAR.mp4
Sus dedos temblaron sobre el trackpad. No debía abrirlo sola. Aquello era una bomba diseñada para detonar su vida… una vez más.
Se levantó y caminó descalza por el pasillo oscuro. La puerta de Liam estaba cerrada, aunque sin seguro aquella noche: una pequeña concesión después de la discusión sobre el veneno.
Tocó suavemente.
—Entra —respondió él de inmediato, alerta, como si tampoco durmiera.
Liam estaba sentado en la cama, la laptop sobre las piernas, la camisa desabotonada. Alzó la vista cuando ella entró.
—Stephano envió algo —dijo Danna, mostrándole el teléfono—. Un video. De la noche en que murió mi madre.
Algo se rompió en su expresión. Miedo. Real. Desnudo.
—¿Lo viste?
—No. No