19

Desperté sin saber quién me había enseñado a trenzar mi cabello.

Sabía que alguien lo había hecho. Tenía el conocimiento en mis manos, el músculo memoria de separar tres mechones, cruzarlos, ajustarlos. Pero no podía ver el rostro. No podía escuchar la voz guiándome. No podía sentir las manos suaves desenredando mi cabello después de una pesadilla.

Veinte años. Borrados como tiza bajo la lluvia.

—Luna —Mira estaba arrodillada junto a mí, lágrimas corriendo por su rostro—. Tu madre... ella te amaba tanto. ¿De verdad no la recuerdas?

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