ABBY KING

Dios, dime que esto no es un sueño. Dime que es verdad, dime que el hombre que está besando mis labios, es el hombre de mis sueños.

El hombre por el que estaría dispuesto a dar mi vida si es necesario. Porque sin él no soy nadie, no soy nada.

Su mano abandona mi cuello logrando que un quejido brote de mis labios. Cuanta necesidad.

Tomo una fuerte bocanada de aire, arqueo la espalda tratando de tomar el oxígeno que él mismo me ha impedido. Esto se siente bien, tan jodidamente bien.

Los tirantes de mi vestido se deslizan pero Stefano Harrison los baja hasta mis costillas dejando mi torso en su campo de visión.

Sus ojos se dilatan, no espera ningún segundo porque se prende de los picos erectos que atiende inmediatamente.

Mi piel se eriza y solo puedo responder con un jadeo.

Mi estómago se encoge al sentir como estruja mis pechos, como los junta y pasa la lengua por el medio.

Es una visión muy erótica, verlo consumido por el placer solo manda cosquilleos a mi entrepiern