Noe llegaba a su casa, pero antes de bajar de su Duckatti pudo ver que alguien la esperaba en su puerta. Con velocidad se baja de la moto y corre a tomar en brazos a su sobrina.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta a su hermana Eugenia.

—Queríamos saber cómo estabas, no atiendes los llamados de papá y ya sabes cómo se pone cuando eso pasa —Noe suspira y se adelanta para entrar en su casa.

—Pasa, tomemos un café y me cuentas por que tanto alboroto.

Su hermana asiente y camina tras ella.

—¿Cómo está mi sobrina maaass linda? —Noe besuquea a su sobrina de dos años haciéndola reír y removerse entre sus brazos.

—Ella está bien y muy caprichosa —Suspira con pesadez—. Con Cristóbal ya no sabemos qué hacer, hace mucho berrinche cuando se le dice que no.

—Entonces no le digan que no —esboza sonriéndole.

—¿Acaso te golpeaste la cabeza? —su voz casi se vuelve chillona—. Hay cosas que no se le pueden dar a una criatura de dos años.

—¿Cómo por ejemplo? —indaga solo para molestarla.

—¿Un puro? —dice la he