El chirrido cesante del timbre anunciando a alguien del otro lado de la puerta de su apartamento la hace salir de la cama con los ojos medios cerrados provocando con ello que se lleve más de un mueble por delante. Frotándose los ojos y bostezando camina hasta la puerta para abrirla.
—¿Noelia Alba? —pregunta un hombre con traje de cartero, pero con colores raros como rosa y lila.
—Sí —responde ella confundida.
—Esto es para usted —dicho eso comienza a ponerle en las manos, casi obligándola a tomar los objetos.
Un ramo de rosas de color rosa, una caja de bombones en forma de corazón, un globo en forma de corazón, una caja con una rosa hecha de chocolate, todo eso iba agarrando como podía, otro globo con forma de vampiresa.
—Debe ser una broma —masculla Noe con ganas de patear a la imitación de cartero. Una almohada con la foto impresa de Gaby le es tendida en sus manos—. No puede ser cierto —murmura sin saber si reír o echar todo por las escaleras. Un enorme oso blanco le está pues