—¿Quién te dijo eso, niña? — Preguntó el abogado con cautela, todavía sospechando de Carmen.—Aparece en el testamento, es una cláusula para comprobar mi identidad y entregarme la herencia, yo misma lo vi… — Explicó Carmen.—Si lo viste, ¿por qué no trajiste los papeles qué tuviste en tus manos? —Eso… — Carmen dudó por un instante, pero ya había entendido que no podía mostrar debilidad. — Eso no se lo puedo mencionar, por lo menos no hasta que usted me demuestre que es de confianza, ¿entiende? El abogado se mantuvo por un instante en silencio, escudriñándola, mientras que Carmen se mantuvo firme e implacable.—Muy bien, parece que está usted muy segura, señorita… —Carmen Hernández… — Lo interrumpió Carmen rápidamente. — Por lo menos hasta que sea necesario, esa será mi identidad…—Comprendo.El abogado asintió, comenzó a recoger algunas cosas y acomodó todo en un maletín, unos minutos después, él pasaba por un lado de Carmen, hacia la salida de la oficina.—Sígame…
Carmen notó como las dos mujeres con batas blancas se miraron entre sí con una expresión de preocupación y de inmediato, ambas se retiraron hacia otra sección del laboratorio.—¿Si lo entiende? ¿Lo que sucederá? — Insistió el abogado, notando a Carmen con la mirada perdida.Carmen se aclaró la garganta y volvió a tomar una bocanada de valor y convicción para mantenerle la mirada con mucha seguridad al abogado.«Tengo que recordar que esta es una familia de mafiosos… ¿Qué puedo esperar?» Sopesó ella.—Sí, supongo que… Desapareceré o algo así… — Contestó Carmen finalmente, como si no le importara.—Que bueno que lo entienda… — El abogado se irguió sorprendido, pues no se esperaba tanta tranquilidad por parte de la joven. — Bueno, eso me da mucha más confianza en usted… —¿Todas las chicas que han intentado hacerse pasar por…? — Intentó preguntar Carmen con curiosidad.—¿La heredera? Quiero decir, ¿por usted?— Terminó la frase el abogado.—Sí, por mí… — Disimuladamente Carm
Él estiró su mano sobre el asiento, hacia la mano de ella, pero Carmen la esquivó de inmediato, ante la respuesta de Carmen, Bastián apretó los labios, intentando esconder una mueca de dolor.—¿Quién más lo sabe? — Preguntó Carmen, arrugando el entrecejo.—Solo lo sabía mi padre… Y yo… — Murmuró Bastián, manteniendo la vista fija hacia ella, esperando que en algún momento ella lo mirara a él.—¿Y Marcus…? — Indagó Carmen, todos los músculos de Bastián se tensaron al escucharla preguntar por él.—Se supone que no debería saberlo nadie más, pero creo que de alguna manera, él también lo sabe… O por lo menos lo sospecha. — Explicó Bastián, a lo que Carmen solo asintió, pensativa.—Bien, eso era lo que quería saber… — Carmen tragó grueso, al tiempo que Bastián endureció el gesto, ¿eso era lo que a ella le importaba?, ¿saber si Marcus lo sabía? Repentinamente, la voz de Carmen interrumpió los pensamientos de Bastián.—Y también… Te quería decir que… Lo entiendo, Bastián, hasta c
—Te amo Bastián y siempre lo he hecho, siempre te he amado… — Repitió Carmen, cuando de pronto sintió las grandes manos de Bastián que la apretaban por los brazos con fuerza, casi al punto de lastimarla, como si él se sostuviera de ella, mareado.—Aun… ¿Aun con todo lo que he hecho? — Bastián tragó grueso, arrugando el entrecejo. —¿Qué? — Está vez fue Carmen quien lo observó, confundida, por esa pregunta.—Carmen, no soy… No soy bueno y lo poco bueno que he hecho, no lo hice de buena voluntad… — Continuó Bastián, mientras que Carmen lo seguía observando sin entender. — Soy un mafioso, ¿recuerdas? El jefe de una organización y como tal, he… He hecho cosas terribles… He asesinado a gente, he torturado, he sido cruel y vengativo, he hecho muchas cosas malas que han perjudicado a personas buenas, incluso a ti misma… — Bastián tragó grueso por lo que estaba a punto de decir. — He llegado a… Bastián apretó los labios, en sus ojos se marcaba el temor y el dolor de lo que se guardab
Gracias por acompañarme. — Marcus rompió el silencio apenas Carmen se incorporó en la mesa.—No es nada… — Carmen se concentró en la comida durante casi toda la velada, hasta que llegaron al postre y en vista de que Marcus no había dicho nada, ella intentó levantarse.—Carmen, escucha… — Marcus tomó su mano, deteniéndola, ella volvió a sentarse. — De lo que quería hablarte… Es de nuestro matrimonio.—¿Qué? — Carmen le dirigió toda su atención de inmediato, pues se suponía que Marcus no debía tener los papeles todavía.—Si… — Marcus sonrió emocionado. — Ya conseguí un pequeño lugar, es apartado y privado, una capillita, pero es muy bonita, con una arquitectura antigua y ya contacté con el ministro que presidirá nuestro matrimonio… —¿En serio? — La boca de Carmen se abrió por la sorpresa, pues ella no se esperaba eso tan pronto.—Si, se supone que no invitaríamos a muchas personas, solo los más cercanos y por eso me pareció ideal para nosotros… — Comentó Marcus acariciando
Nunca lo imaginó, a Carmen nunca le pasó por la mente que después de ser una simple sirvienta, una huérfana, luego de pasar por tantas humillaciones, ella pasaría a convertirse en la heredera de un imperio. Este era un giro que en un principio de la historia, Carmen no se lo esperaba de la autora, pero había sido afortunada. —Bueno, ya que mañana será su cumpleaños número veinticinco, no tenemos que perder más tiempo, aquí tengo todo preparado para crear los documentos necesarios para sus identificaciones, solo nos hace falta tomarle una fotografía y las huellas… Y por acá, tengo los documentos de sucesión que dejaron sus padres, fírmelos e iré tramitando todo esto… — El abogado comenzó a sacar un montón de carpetas y papeles. — Desde mañana, usted será oficialmente la dueña de toda la herencia de los Beltrán y podemos aprovechar en organizar de inmediato su fiesta de cumpleaños, en la que la presentaremos ante el mundo… —¡No! — Voceo repentinamente Carmen, acallando al abogado,
—Señorita Beltrán, ahora usted cuenta con un gran número de empleados y todo un ejército que haría lo que fuera por usted, nosotros cinco, solo somos los encargados de coordinar, como los gerentes, por decirlo así… Por lo que, lo que sea que usted pida, no será un problema para nosotros conseguirlo… — Explicó Santiago. —Bueno… Ya que insisten, creo que sí hay algo en lo que podrían ayudarme… — Comentó Carmen pensativa. — Necesito que encuentren a alguien por mí, necesito saber qué pasó con una antigua amiga… Y que sea lo más pronto posible. —Por supuesto, solo necesitamos algo de información sobre… — Comenzó a decir Manuel, cuando Carmen miró el reloj en su muñeca.—¡Oh, cielos, ya necesito irme! — Voceo Carmen recogiendo su cartera rápidamente, para correr hacia la puerta de la oficina, sin embargo, una gran figura se atravesó en su camino. — ¿Hay algún problema? — Preguntó ella extrañada.—Lo siento, señorita Beltrán, Pero ahora su seguridad está en nuestras manos, no pod
—Para que seas capaz de hacer esto… Solo puede significar que ya… No sientes ni una pizca de respeto hacia mí… O aún mejor… Ya no me tienes miedo… — Concluyó Bastián irguiéndose de manera imponente.—No le estoy robando, tío, porque esto no le pertenece… — Gruñó Marcus desde el mismo lugar, todavía aferrado a la carpeta. — Estos papeles son de mi prometida y ella los necesita, por eso yo… —Claro y como siempre… Tú eres su caballero salvador, ¿no? — Lo interrumpió Bastián con evidente ironía.—Hago todo lo que puedo por ella y usted lo sabe… — Mascullo Marcus, receloso, apretando los labios.Bastián resopló, mostrando una sonrisa ladeada, pero más que felicidad, en sus oscuros ojos se podía ver la maldad, la mala intención, como si estuviera maquinando mil ideas horrorosas para hacer sufrir a Marcus, mientras que Bastián conseguía satisfacción.—¿Pretendes que puedes engañarme como lo has hecho con los demás? Yo sé quién eres… — Gruñó Bastián. — ¡Vamos! Quítate la máscara y