OZZIAN
—Mierda.
La estoy perdiendo, Ela se me está yendo de las manos y me estoy volviendo loco. No puedo dejar que lo haga, que intente olvidarme. Ella me ama tanto como la amo yo a ella. Sé que lo que hice no es limpio, pero me importa poco. Gael Turner tenía que saber a quién le pertenece ella, siempre a mí.
Miro a mi alrededor. Ela no se casará con él, ella es mía, de nadie más. La puerta se abre y una mucama aparece. Paso de largo al interior de la casa; ella chilla porque casi la atropello y me voy a la habitación de Ela. Intento abrir, pero ha puesto el cerrojo. Llamo a la puerta un par de veces.
—¡No quiero hablar con nadie! —grita al otro lado de la puerta.
Su voz me pone duro.
—Ela, abre la puerta —golpeo dos veces más.
No obtengo respuesta, solo un silencio que me molesta más y más.
—Ela, no lo repetiré dos veces, abre la maldita puerta.
—¡Vete, no quiero verte ni hablar contigo!
—¡Maldición! —pateo su puerta—. Te lo advertí.
Intento abrir la puerta de dos patadas