—Te brillan los pantalones –ríe, y señala mis pantalones, que efectivamente están iluminados por la pantalla de mi teléfono –. Cógelo.
Resbalo fuera de la cama y me pongo los calzoncillos antes de coger el teléfono y ver un número desconocido.
— ¿Quién? –bramo.
—Uy, joder, que humos macho –se burla Elías al otro lado del teléfono.
Camino de nuevo a la cama, y me siento en el borde de ésta mirando un punto fijo en la pared.
— ¿Qué quieres?
—La amiga esta de tu novia... –chasquea la lengua, y suspira –joder cómo se