La muerte de Bianca en custodia policial no fue solo tragedia. Fue confirmación.
El sistema estaba comprometido. Completamente.
Valeria pasó la mañana del miércoles en apartamento de Carmen, negándose a salir. Enzo trajo seguridad privada: tres ex-militares con credenciales impresionantes y expresiones que no invitaban conversación.
—No confío en policía. —Enzo les explicó situación—. Ustedes reportan solo a mí. Protegen a Valeria, Carmen y Gabriel veinticuatro siete. No dejan que nadie se acerque sin verificación completa.
El líder, hombre de cuarenta años con cicatriz en mejilla, asintió:
—Entendido. ¿Nivel de amenaza?
—Alguien capaz de asesinar testigo en custodia protectora sin dejar evidencia. —Enzo lo miró directamente—. Así que asuman que todos son enemigos hasta probar lo contrario.
—Trabajamos con esos parámetros.
Valeria observaba desde sofá, sintiéndose simultáneamente protegida y aprisionada.
—Esto es insostenible. No podemos vivir en bunker para siempre.
—Solo hasta identi