Valeria no durmió.
Se probó siete vestidos diferentes. Todos parecían equivocados. Demasiado provocativos, demasiado conservadores, demasiado pretenciosos, demasiado simples.
A las dos de la mañana, Enzo la encontró rodeada de tela descartada.
—Vas a reunirte con ella, no a casarte con ella.
—Es la Princesa de España. ¿Sabes la última vez que alguien causó mala impresión en familia real? Probablemente fueron decapitados.
—Era hace quinientos años.
—El punto permanece. —Valeria se dejó caer en cama—. ¿Qué si dice algo equivocado? ¿Qué si tropiezo? ¿Qué si...?
Enzo la besó. Silenciando espiral de ansiedad.
—Respirar. Eres diseñadora increíble. Sobreviviste conspiración masiva. Puedes manejar conversación con adolescente real.
—Adolescente real con poder de destruir mi carrera con una palabra.
—O elevarla. Enfócate en eso.
Finalmente eligió vestido: Diseño propio, líneas limpias, azul marino profundo con detalles plateados sutiles. Elegante sin ser ostentoso. Profesional sin ser aburrido.